La nieve blanca cae desde lo alto, tan blanca como las sábanas del cuarto de la abuela. Mirar por la ventana es hundirse en un vasto mar de copos y escarcha. Salir, es sentir que la sangre en las manos se congela, que la boca se seca a cada paso. Sentir el aire frío que choca contra tu cara, es una sensación incómoda y extraordinaria al mismo tiempo, porque así percibes que estás vivo. Al final, vives para sentir y sientes para vivir. Cosas que este frío invierno me enseñó.
Green Go
Hace 3 meses