Hace poco estuve en una
fiesta infantil en uno de esos salones de fiesta donde le venden a
los padres el paquete completo: piñata, pastel, decoración,
botargas deformes, juegos, y actividades. Una de las cosas que
hicieron los niños fue colorear. Les pusieron un atril, engancharon
una hoja con un dibujo, les dieron crayolas, y los niños fueron
felices.
Fueron
felices porque pudieron romper las reglas que a cada rato les dicen
en el Kinder, ay el Kinder, a mi tampoco me gustaba. Las maestras a
veces coartan la creatividad de los niños con “el cielo va de color
azul”, “no te salgas de la línea”, “colorea sólo dentro de
los bordes”. Eso causa que el hemisferio derecho de los niños esté aprisionado y pidiendo a gritos poder respirar aire fresco, por
decirlo de alguna manera.
Estas reglas de Kinder
que muchas veces se nos quedan grabadas toda la vida, están evitando
que surjan Dalís, Picassos, Van Goghs... De repente está bien dejar
que los niños pinten el cielo color amarillo, se salgan de la línea
y coloreen fuera de los bordes. Al fin y al cabo, en esta vida no
siempre es correcto andar pensando 'cuadradamente'.
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