A veces decir "me gusta la
ópera" desencadena reacciones como "qué aburrido, qué horror, pero si
son puras viejas gritonas" (esto último es verídico, sí me lo han dicho).
Pues ninguna de las ideas anteriores es verdad.
Lo que sucede, creo yo, es que muchos
no comprenden lo difícil que puede llegar a ser para una soprano alcanzar un
sobreagudo, para una mezzo mantener la voz media con buen volumen y resonancia,
para un tenor cantar con un amplio rango, o para un bajo cantar con tanta
profundidad en notas tan graves.
Muy pocas personas saben lo que es
escuchar un Nessum Dorma tan bien cantado que hasta te hace llorar, un Va Pensiero
cantado con tanto sentimiento y dinámica en las voces del coro, un Brindisi que
te pone feliz y te hace tomarte una copa de vino con mucho gusto, un Non Piu
Andrai que te pone de buenas por las tantas dinámicas que hace el cantante.
No es necesario que uno pague una cuantiosa cantidad de dinero para entrar al teatro a ver una ópera, o ser
un amplio conocedor de la música porque recuerden que la música es el lenguaje
universal (aunque se oiga muy ñoño). Hay muchos videos de ópera en Internet,
hay muchas personas que cantan ópera, hay discos de música clásica, festivales,
y pudiera mencionar más cosas para disfrutar de recitativos, arias y piezas
corales.
Muchas veces pienso que los humanos
seríamos otros si todos apreciáramos la ópera y nos sorprendiéramos con ella.
También nos evitaríamos la tortura de escuchar a La Tigresa del Oriente o la
Canción del Sonidito. Pero surge una gran pregunta, ¿cómo hacerle llegar la
ópera a todos?