martes, 23 de noviembre de 2010

Episodio

Una muchacha se para a esperar su autobús, se siente fuera de lugar, desconocida hasta por ella misma. Su mirada, perdida. Se acerca una señora con cabello color espuma de mar, una viejita que huele a durazno. Le sonríe, pues ya había visto a la muchacha antes. La muchacha sonríe en respuesta y la viejita le contesta, con voz aún más dulce que su aroma, que bonita te vez hoy.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Preguntas que no logro contestar

Esto de huir del peligro y dejar amigos y experiencias atrás, me ha fundado una serie de preguntas (algunas un tanto estúpidas) a las cuales no he encontrado una buena respuesta (ni siquiera una igual de estúpida):

  • ¿Por qué extraño incluso a personas con las que jamás conversé?
  • ¿Cómo uno con tan pocas palabras puede decir tanto?
  • ¿Por qué hay personas que te recuerdan mucho a otras?
  • ¿Cómo consigue alguien escribir cosas tan exquisitas poseyendo una personalidad tan repugnante?
  • ¿Cuál es el fenómeno que nos hace sentir que conocemos a alguien por más de cinco años cuando en realidad el primer coloquio con ese alguien fue hace unos meses?
  • ¿Por qué el mundo es tan minúsculo?
  • ¿Qué tanto se puede extrañar a alguien (o a algunos)?

Y la lista se prolonga…

martes, 2 de noviembre de 2010

Filmar, sentir, palpar

Cuando uno graba un documental, descubre a personas asombrosas que pueden compartir su vida contigo. Y en la elaboración de entrevistas he aprendido que muchas cosas inesperadas pueden pasar.

En una ocasión estábamos grabando un video para las incubadoras sociales del Tecnológico de Monterrey (Robot Rosa estaba ahí). Entrevistamos a esta maravillosa persona, la señora Otilia, nunca la olvidaré. Ella tiene una dura historia de vida, nos contó con detalle la manera en que su esposo la hería y también nos contó su sufrimiento por salir adelante. Lo extraordinario de la señora Otilia es que logró superar esos grandes obstáculos, aprendió botánica y puso su negocio de productos naturales. La historia nos conmovió tanto que las tres personas que fuimos a grabar estábamos llorando. En la edición, la historia nos volvió a emocionar y queríamos que la señora Otilia saliera en absolutamente todo el video (cosa que lógicamente no se podía hacer).

Hace un mes le hice una entrevista a un homosexual que decidió cooperar para la producción de un documental que trata de eliminar la discriminación hacia ellos. Le comenté que si una pregunta le parecía muy fuerte, no me la contestara. Pero llegó la pregunta que me temía: ¿saben tus padres de tu preferencia sexual?

Él contestó que efectivamente si lo sabían y debido a la reacción de estos señores él se había tratado de suicidar tres veces. Unas cuantas lágrimas brotaron, al principio solamente eran tres, de repente ya habían caído mil. Pedí que se cortara la filmación, pero él seguía llorando.